Nuestra Historia
En medio de la pampa Guanacasteca, específicamente en Sardinal de Carrillo, a finales de 1800 un grupo de laboriosos costarricenses fundó un caserío al que llamaron Santa Rita. En 1905, Don Sebastián Caravaca, Doña Eugenia Pizarro y sus hijos iniciaron un nuevo capítulo familiar al habitar una amplia casona, con altos techos de tejas, fresco piso de tierra, amplias puertas, hermosos detalles en sus piezas de cedro, cómodos corredores y un hermoso fogón. Doña Eugenia enviudó muy joven y, junto a sus siete hijos, su casa fue el centro de reunión del caserío, y aunque algunos de sus hijos migraron a San José, Liberia y Filadelfia, cuando ellos y sus nietos visitaban a la empoderada Mita (como le decían a doña Eugenia con mucho cariño) se referían a la casa de su matrona como Santa Rita.
Una de las nietas de la Mita esperaba ansiosa las vacaciones de principio de año para pasar largas temporadas en la casa de su abuela. Allí, junto a sus primos aprendió a montar a caballo, sacar agua del pozo, encender el fogón, cocinar con leña, pescar en la quebrada, subirse a los árboles y correr por las llanuras de la pampa guanacasteca. Lo único que no le hacía mucha gracia a esta josefina de estar donde la Mita era cuando llegaba la noche. La casona de Santa Rita tuvo agua potable y electricidad a finales del siglo 20, así que para una josefina que creció con electricidad en su casa era un tormento que llegara la noche. Su mamá, entonces, para apaciguar el miedo que le producía estar en el gran dormitorio principal en absoluta oscuridad, le dio una linterna. De este modo, cada vez que algún sonido típico de la pampa asustaba a la pequeña, de inmediato ella alumbraba el techo y observaba las tejas de la casona. Numerosas noches se durmió dibujando con la luz de la linterna fantasías en el techo de tejas.
En el 2017, cuando la familia herediana de la nieta de Doña Eugenia decidió crear una marca de chocolates artesanales, de inmediato pensaron en honrar a parte guanacasteca de la familia y llamaron a los chocolates Santa Rita. Nada más representativo para el logo que las tejas que siempre acompañaron las noches y los amaneceres de una de nuestras fundadoras.
El clima en Guanacaste tiene dos estaciones muy marcadas, el verano y el invierno. En verano los tonos cobrizos del sol ocultándose en las llanuras, las flores de malinche, de corteza amarilla y de jacaranda engalanan el camino aún de lastre que conduce a la casona. En invierno, la mezcla de verdes hojas es un deleite a los ojos. Esa riqueza de colores inspiró nuestros empaques, vibrantes y coloridos, llenos de energía como la tierra de los Caravaca Pizarro y los acompañamos con la fauna que habita Costa Rica y que nos hace tan reconocidos en el mundo. Queremos que cuando usted tenga en sus manos uno de nuestros chocolates recuerde nuestros atardeceres, nuestros ríos, nuestros bosques y nuestra gente, queremos que recuerde a Costa Rica en un chocolate. Santa Rita, un chocolate hecho souvenir.
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